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08
Jul
Moverse seguro en bicicleta, también en cuarentena
Moverse seguro en bicicleta, también en cuarentena Salvar vidas en el tránsito y del coronavirus. En estos tiempos de pandemia y restricciones para utilizar el transporte público por el alto riesgo de contagio, la bicicleta es elegida como una opción para moverse. También creció la cantidad de mensajeros y servicios de entrega que realizan su tarea en bicicleta. A todos los cuidados para no enfermarse ni trasmitir el coronavirus: respetar la distancia social, usar máscara, y las demás recomendaciones de higiene y prevención, es muy importante sumar el respeto a todas las normas de seguridad vial, para cuidar la Vida en el espacio compartido de la vía publica. Las bicicletas son vehículos dentro del tránsito, y por lo tanto, deben respetar todas las normas de circulación. Por su seguridad y la de los demás, es importante que los ciclistas siempre respeten: · los semáforos, · la prioridad peatonal, · todas las señales de tránsito, · no beber nada de alcohol antes de conducir, · no usar celular ni auriculares, · usar siempre casco para ciclistas, · circular por la calzada en el sentido del tránsito, nunca de contramano, · si existe ciclovía o senda para ciclistas, circular por ella, · circular sobre la derecha, · hacer señales para anunciar las maniobras: al girar a la izquierda, a la derecha y para frenar, · hacerse ver, iluminándose con ropas claras y materiales reflectantes (chaleco o cintas para el cuerpo y placas para las ruedas, ojos de gato, pedales y manubrio de la bici). Llevar las luces reglamentarias: blanca adelante y roja atrás, · evitar zigzaguear o hacer piruetas y no tomarse de otro vehículo para circular, · prestar atención al estado del pavimento para poder evitar agujeros, depresiones, manchas de aceite, líneas pintadas, etc. De no poder evitarlos, atravesarlos en línea recta. · disminuir la velocidad y adecuar el uso de los frenos cuando haya pavimento húmedo, · mantener adecuada distancia de los demás vehículos circulantes y estacionados, · mirar el interior de los vehículos estacionados para evitar puertas que se abran o arranques sin aviso. Para leer más sobre conducir seguro en bicicleta. De cada uno de nosotros depende salvar vidas, tanto en el tránsito como del coronavirus.
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16
Jul
Coronavirus, estrés y conducción
Coronavirus, estrés y conducción La alteración sorpresiva y radical de la vida cotidiana, fruto del coronavirus y la cuarentena dispuesta para frenarlo, está acarreando múltiples efectos en la salud de las personas, relacionadas con el estrés. En los conductores de vehículos, esta situación puede acarrear consecuencias graves. Esta pandemia y la prolongada cuarentena, que obliga al confinamiento a la mayoría de la población, han alterado los hábitos cotidianos y los modos de relación, y sumado gran incertidumbre acerca del presente y el futuro, por el peligro de enfermar y los problemas económicos que ha acarreado. Esta situación está provocando en gran parte de la población, alteraciones psicofísicas diversas, de menor o mayor intensidad, relacionadas con el estrés y sus consecuencias. ¿Qué es el estrés? Es una reacción físico-química del organismo que produce alteraciones físicas y psicológicas, para el enfrentamiento de situaciones nuevas. Tiene como base, una respuesta fisiológica primitiva, preparatoria para el ataque o la huida, frente a situaciones de peligro. Toda situación que altere la rutina cotidiana y requiera de la puesta en marcha de cambios o búsquedas de soluciones puede resultar potencialmente estresante. Hablamos de "potencialmente", ya que la intensidad variará de una persona a otra, según las características y estado psico-físico de cada una y su situación personal y ambiental. No cabe duda de que este tiempo de pandemia pone a prueba la flexibilidad y capacidad de adaptación de todos. El estrés cumple una función adaptativa y, en dosis moderadas, la tensión que produce en el organismo tiene carácter funcional, en otras palabras, resulta útil para emprender tareas y resolver problemas. Pero cuando las tensiones se repiten con demasiada frecuencia y/o intensidad a lo largo del día, o se prolongan en el tiempo, terminan afectando la salud, lo que se manifiesta en trastornos diversos. Insomnio, cansancio, dolores de cabeza, ansiedad, nerviosismo, irritabilidad y depresión son algunos de ellos. Al ponerse al volante de un vehículo, estos estados alteran la capacidad de conducir, lo que manifestarse en: dificultades para mantener la atención, distracciones, lentificación de las reacciones frente a imprevistos, conducción agresiva, exceso de velocidad, conducción alcoholizada, etc. Estas situaciones han mostrado sus consecuencias durante la cuarentena, por ejemplo, en algunos conductores, trabajadores esenciales, sometidos a condiciones laborales de alto riesgo (médicos, enfermeros y auxiliares de hospitales, servicios de emergencia, policías, funerarias, etc.) lo que ha provocado choques que involucraron ambulancias, patrulleros y conductores particulares. Conducir es una acción compleja que exige mucho más de lo que parece. Involucra al conductor psicológica y físicamente. Requiere de concentración y un estado de alerta y atención permanentes y una rápida evaluación y respuesta ante imprevistos. Un conductor estresado no está en las mejores condiciones para conducir con seguridad ya que las exigencias del tránsito lo sobrepasarán fácilmente, amentando significativamente la tensión y el malestar interior. A medida que la cuarentena se flexibilice, se sumarán al tránsito conductores y peatones que continuarán sometidos a preocupaciones mayores a las habituales y por lo tanto podrán ser usuarios de la vía pública riesgosos. No solo usar barbijo y mantener la distancia física serán necesarios para cuidar la vida en la post pandemia. Conducir sin alcohol, descansado, usar los cinturones de seguridad y los cascos, así como los SRI (Sistemas de Retención Infantil), controlar la velocidad, aumentar la distancia entre vehículos, no usar el celular mientras se conduce, entre otros, serán más que nunca imprescindibles para evitar siniestros. (Para saber más Revista Luchemos por la Vida N° 20) Lic María Crisina Isoba Directora de Investigación y Educación Vial Luchemos por la Vida Foto: Gaceta del motor
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23
Jul
La pandemia que no atendemos
La pandemia que no atendemos · Sucedió esta mañana, jueves 23 de julio, en la ruta 50, a la altura de Orán, Salta. Un choque frontal entre dos autos, dejó como saldo una persona fallecida. El primer vehículo, un Chevrolet Aveo, era conducido por un hombre (58), que resultó ileso, mientras que la mujer (58) que lo acompañaba perdió la vida. En tanto el conductor del segundo rodado, un Ford Focus, fue trasladado a un hospital privado de la zona con lesiones. Según testigos, uno de los autos intentó sobrepasar a un tractor y cuando llevó a cabo la acción se encontró con el otro vehículo de frente, sin tiempo para maniobrar y evitar el fuerte impacto frontal. La víctima fatal, que no llevaba el cinturón colocado, quedó tendida en la cinta asfáltica. · Ayer, miércoles por la mañana, sobre la Ruta Nacional 34, cerca de Rafaela, Santa Fe, se produjo un fuerte choque entre dos camiones, uno que transportaba granos y otro que era frigorífico, que provocó la muerte de un hombre. El hecho tuvo lugar entre el kilómetro 228 y 229 y las causas se están investigando. · En Panambí, Misiones, dos jóvenes, Martín Lehmann (19) y Sandro Rodríguez (16) murieron en un triple choque de motos ocurrido el pasado lunes 20 a las 19:30 a la altura del Km 4 de la ruta 5. Los peritos policiales están procurando determinar las circunstancias del choque fatal. El único sobreviviente, Cesar Núñez (22) se encuentra internado, en grave estado.Los jóvenes pasaron a formar parte de una preocupante lista de fallecidos en siniestros viales en el mismo tramo. · Hace apenas 39 días, en el mismo tramo urbanizado de la localidad (Km 8) murió Paola Chávez (24) en un choque frontal de la moto en la que iba, como acompañante, con una camioneta. La joven estaba embarazada y de acuerdo a la versión de algunos testigos, el motociclista intentó sobrepasar a otro vehículo cuando se topó de frente con el rodado mayor. · El pasado domingo 19 de julio, en Godoy Cruz, Mendoza, cerca de medianoche, la joven Gisela Carrión (25) y su pareja, Rodrigo Fernández (30)murieron al ser atropellados por Francisco Zárate (19) que conducía un Fiat Cronos, cuando intentaban cruzar la autovía en el Acceso Sur. Según las pericias, Zárate conducía ebrio y con 1.28 gramos del alcohol en sangre y, a alta velocidad. Un punto no menor es que Carrión buscó cruzar por un lugar no permitido, y a metros se encuentra la pasarela para cruzar de la calle Rawson. · En una trágica coincidencia, el hermano de Gisela, Lucas Carrión (30) había muerto al ser atropellado un mes atrás al intentar cruzar en la misma zona. Los Carrión son una familia del barrio La Gloria. Lucas tenía dos hijos y Gisela tres. Esos niños quedaron sin sus padres y sus familiares están llenos de dolor. Estos hechos, solo unos pocos de los que trascendieron en los medios estos días, son una pequeña muestra de las víctimas más recientes de la pandemia de los siniestros de tránsito debidos a la inseguridad vial, que nos azota desde hace décadas, la que se ha llevado nada menos que 189.810 muertes en 25 años y que deja miles de muertos cada año, decenas de miles de heridos, familias destrozadas y millonarias pérdidas materiales en nuestro país. La otra pandemia que urge atender y frenar en todo el país. Fuentes y fotos: El Triibuno de Salta, Los Andes de Mendoza, 100.5 La Diez de Orán
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30
Jul
Los jóvenes - vulnerables al COVID 19 + vulnerables en el tránsito
Los jóvenes - vulnerables al COVID 19 + vulnerables en el tránsito Si no te cuidas por vos, hacelo por los que amás Lo estamos viendo en los pueblos y en las ciudades. A pesar de la pandemia, los jóvenes se descuidan, se encuentran en las plazas, en las puertas de las casas y también puertas adentro. Se los ve charlando en grupos o en pareja, muy cerca unos de otros, en muchos casos, sin tapabocas o con el tapabocas en el cuello. No son todos, pero sí demasiados, los que se visitan, organizan reuniones y hasta fiestas. Creen que nada les va a pasar. Que su juventud y el estar saludables los protege contra el COVID 19, infección viral hipercontagiosa, que parece darles la razón. Las estadísticas diarias de los que enferman gravemente y/o mueren confirman que el coronavirus resulta altamente mortal para los mayores de 70 años y cursa como una gripe, sin consecuencias duraderas, en la mayoría de los jóvenes. Muy diferente es lo que muestran las estadísticas, de la otra pandemia que nos aqueja en relación con ellos. Los siniestros de tránsito son la principal causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 34 años de edad. En Argentina, más de 3.000 perdieron la vida en 2019. Mueren más por esta causa que por cualquier tipo de enfermedad. Casi todos los días se registran muertes o lesiones graves en el tránsito de jóvenes que circulan en motocicletas, especialmente, pero también en bicis, automóviles o a pie. Sin embargo, así como actúan riesgosamente ante la pandemia del coronavirus, sin siquiera tener conciencia de que pueden ser portadores asintomáticos y contagiar a sus mayores, lo hacen en la vía pública asumiendo riesgos con terribles consecuencias. No usan casco en la moto, ni cinturón de seguridad en el auto, circulan a excesiva velocidad, no respetan las señales de tránsito, se mueven alcoholizados, y distraídos por mencionar algunos de sus comportamientos de riesgo. Y lo pagan con su salud o su vida. Tomar conciencia de los límites y la fragilidad es un desafío para quienes, inexpertos e inmaduros, están ansiosos por vivir experiencias nuevas, en compañía de su grupo de amigos, fuente de identidad y de diversión, desplegando sus habilidades y capacidades y superando sus miedos e inseguridades, en el camino hacia la autonomía y la adultez. (Para saber más: “Los jóvenes, vulnerables en el tránsito). Todo esto está muy bueno, pero morir en el intento o poner en riesgo a otros no lo es. Resulta importante saber que el tránsito mata a los jóvenes más que el COVID, pero que en ambas pandemias, cuidarse es el único camino para su propio bien y el bien de las personas a las que aman. Los adultos pueden y deben protegerlos y educarlos para el cuidado de la vida.
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