22 de setiembre
Día mundial sin auto en tiempos de pandemia
Cuenta la historia que hacia mediados de los 90 surgieron en algunas ciudades las primeras manifestaciones públicas de una propuesta ecologista “Un día sin auto” para generar conciencia de los beneficios de reducir la movilidad vehicular para mejorar la calidad del aire, reduciendo la contaminación, fruto de la quema de combustibles fósiles. Las ciudades de Reikiavik (Islandia), La Rochelle (Francia) y Bath (de Reino Unido) tomaron la iniciativa. Y Gran Bretaña habría sido el primer país en oficializarlo a nivel nacional en 1997.
En el año 2000 la Comisión Europea se sumó a la iniciativa, adicionando la “semana de la movilidad” hoy llamada también de la “movilidad sostenible”. Este año 2020, el lema elegido allí fue "Por una movilidad sin emisiones" resaltando la importancia de la accesibilidad a sistemas de transporte de cero emisiones y promover un sistema inclusivo para todas las personas.
Curiosamente, casi tres décadas después del comienzo de estas iniciativas, una insólita, sorpresiva y trágica pandemia, obligó a todos los países a suspender la mayoría de sus actividades y limitar los traslados en y entre ciudades, provincias y países para evitar la propagación del coronavirus y minimizar sus consecuencias mortales. Algo tan terrible, tuvo una consecuencia positiva, sorprendió a los habitantes de las ciudades con una detención forzada de las salidas y la experiencia, de vivenciar una ciudad casi sin autos, donde fue posible escuchar el silencio o el canto de los pájaros en medio de la jaula de cemento. El peligro del contagio y las restricciones para el uso del transporte público, los obligaron a caminar para hacer las compras, en lugar de usar el coche.
Disfrutar de una ciudad sin congestiones, ruidos, menos siniestros de tránsito y polución ha sorprendido tanto que muchos se preguntaron, por primera vez, si no llegó el momento de incorporar estos beneficios en forma permanente.
HACIA UN NUEVO PARADIGMA DE LA MOVILIDAD
El mundo está cambiando. Una masiva reducción en el tránsito automotor es necesaria para disminuir las congestiones (y por distintas razones: ecológicas, de salud, economía, etc.), no sólo en el número de viajes sino también en la cantidad de vehículos circulantes.
En Argentina, en especial, es necesario también cambiar nuestra mentalidad. Caminar o andar en bicicleta no son vistos por la mayoría como medios relevantes de movilidad. El caminar debe ser redescubierto, no como una actividad relegada a quienes no tienen recursos para tener auto o pagar un taxi, sino como una actividad saludable, deportiva, libre de stress y relajante. El único modo de transporte “natural” del que disponemos todos.
Hay muchas medidas urbanísticas que pueden implementarse para reducir la circulación de vehículos, generar infraestructura segura para los ciclistas, ofrecer un transporte público eficiente frecuente, seguro y no contaminante para quienes lo necesiten, pero por sobre todo revalorizar el caminar,
Una red de transporte público, eficiente, que facilite una ágil y segura combinación con peatones y ciclistas es indispensable para hacerlo posible.
No bastan los reductores de velocidad y sendas peatonales para proteger a los peatones. Se necesitan redes completas de circulación para los peatones, confortables y seguras, hacer respetar la prioridad peatonal por parte de todos los conductores. Y desarrollar áreas peatonales, mantener las veredas en buen estado, limpias y libres de obstáculos.
También resulta necesario reducir las velocidades de circulación vehicular para proteger a los más vulnerables.
Una movilidad sustentable es posible e imprescindible para generar ciudades seguras, ecológicas y agradables para vivir, con aire puro, espacios verdes y el canto de los pájaros, accesible a todos. Sin muertes por la pandemia del COVID 19 ni por la de los siniestros viales.